domingo, 24 de agosto de 2014

BIENVENIDO!!!


Bienvenido/a a este humilde blog, y ante todo enhorabuena: ¡has sabido llegar a través del código QR! Si eres de los que has accedido de otra manera (o sea, que te hemos dado la dirección y la has escrito) significa que o no tienes Smartphone o no te has bajado la aplicación para leer este tipo de códigos o la tecnología moderna y tú no os lleváis bien. A ver, no pasa nada, no te vamos a dar la espalda ni nada por el estilo, pero era más original de la otra manera.

Muchas gracias por compartir con nosotros una jornada tan especial, ya sea porque has estado personalmente o, aunque no hayas asistido, sí has pensado en algún momento del día aquello de “anda, si hoy se casan estos dos. Ya ves tú, quién lo diría… Parecían tan felices… Jejeje”.

Pues eso, que en cualquiera de las dos posibilidades, ¡¡muchísimas gracias!!

Ya que éste es un día especial, ya que celebramos un acontecimiento especial, queríamos hacer algo diferente (y no solo una boda un tanto friki, como ya habéis visto los que habéis estado), sino un blog. No sabemos si habéis estado en bodas en las que hayan hecho cosas parecidas, pero para nosotros es nuevo, así que ¡ganamos nosotros!

Sí, muy original esto del blog (o mini blog, según se mire), pero la pregunta era… ¿qué poníamos en él? ¿Sobre qué escribíamos? Evidentemente, tenía que tener relación con la boda, pero si solo era para agradecer vuestra presencia (o vuestra esencia), nos habríamos quedado en el segundo párrafo y ya no estaríais leyendo esto. 


sábado, 23 de agosto de 2014

MÁS CHULOS QUE UN OCHO… OH LÀ LÀ!

¿Vale la pena escribir sobre cómo nos conocimos? Quien más quien menos ya lo sabe (probablemente tú, lector, eres de estos), y quien no lo sepa… ¡que pregunte a los protagonistas del evento, que seguro que no están ya CANSADOS de contarlo y ver las caras de nomelopuedocreer de los interlocutores!
Así pues, hablemos de otra cosa.
Nosotros, que somos más chulos que un ocho, decidimos comprar los anillos dos años antes de casarnos. ¿Por qué? Porque sí. ¡La cara que se le quedó a la dependienta de la joyería cuando nos dio la enhorabuena, nos preguntó cuándo era la boda y nosotros le dijimos que no nos casábamos! La tarjeta roja que saca un árbitro de fútbol para expulsar a un jugador es menos roja que la cara de la pobrecita. Qué risa…


Y claro, si ya teníamos los anillos, si como ya hemos dicho somos más chulos que un ocho, nos faltaba el viaje de novios. ¿Y dónde podíamos ir? Pues no sé, hagámoslo a suertes: cogemos un globo terráqueo, lo giramos y donde el azar decida… ¡Ha tocado París! ¡Qué casualidad, justo donde Aroa quería! A la gente le dijimos que el viaje era para celebrar nuestro primer aniversario… ¡y coló! 


Qué inocentes llegan a ser algunas personas, jejeje. Y qué decir de Paris: la Torre Eiffel (alta, muy alta… Espectaculares vistas, muy espectaculares…), el Sena y los candados en sus puentes, el Louvre y su Gioconda (y la ya mítica frase de “ya me puedo morir” de una llorosa Aroa, pero mucho bla bla bla y aquí sigue dando guerra)


Notre Dame y sus campanarios, Montmartre y sus pintores, el enorme Panteón y sus ilustres tumbas, la Concorde y su obelisco, la Madeleine y su Código Da Vinci, el Arco de Triunfo y su Tumba del soldado desconocido, el metro y sus trenes con neumáticos y… ¡¡la zona friki!!


Qué ilusión nos hizo encontrar la zona friki de Paris, y eso que no la buscábamos, fue ella la que nos salió al paso. Era como la de Barcelona pero con gente que no parecía friki (había familias enteras en las tiendas, cosa impensable en Norma, en Alien y en sitios así). Vamos, que allí los frikis parecían personas normales ¡con familia y todo, pasando el frikismo de generación en generación! Qué bonito, padres e hijos unidos en una causa común.

Y así las cosas, y viendo que el ser friki se podía pasar a los que vienen detrás, y que padres e hijos iban juntos a las tiendas, nos dio envidia, nos miramos, nos dijimos “¿next generation?” y sonreímos…


viernes, 22 de agosto de 2014

THE BABY

…pero parecía que nunca era el momento…
…y entonces vino una pequeña mudanza a Igualada…
…y quizás por el cambio de aires o la reducción de estrés de la ciudad, Aroa dice que cree que está embarazada…

¡A ver, un poco de paciencia, no nos alborotemos y confirmémoslo! Total, que fuimos al CAP en busca de respuestas. Histórica ya la frase de la comadrona: “positivo, son dos rayitas”. No menos histórica la palidez de Carlos… “¿Y por qué tengo que creerme que dos rayitas es positivo? ¡Puede ser una conspiración!”. Y unos días después llega la primera ecografía.

“¡Pero si hasta en las películas o series hacen ecografías! ¿Y tengo que creerme que las están haciendo de verdad en el momento de rodar la escena?”. Bueno, para tranquilidad del lector que se haya inquietado al leer todo esto, comunicar que es una exageración (era para veros las caras mientras leíais, pero claro, es un poco difícil si no os estamos mirando), que el padre creyó lo del embarazo pronto y tan contento él, tanto que empezaron a buscar nombres antes de saber el sexo… ¡e incluso se pusieron de acuerdo sin excesivos problemas! La lista de posibles nombres quedó rápidamente reducida a tres o cuatro en función del sexo del bebé, y de ahí a la elección final no pasó mucho tiempo… ¡unos diez minutos, más o menos! También hay que señalar que durante semanas, más concretamente hasta que supieron que era un niño, le estuvieron llamando Godzillín. ¿La razón? Pues porque de alguna manera había que referirse a él, ¿no? Luego decidieron que empezarían a llamarle Marc, porque seguir llamándole Godzillín, pese a que ya se había convertido en algo habitual, había dejado de tener sentido… ¿o no? 


jueves, 21 de agosto de 2014

PETICIÓN DE BODA

A los románticos y tradicionales, ahora les llega la primera en la frente: no hubo petición, sino decisión…
Y ahora la, suponemos, necesaria explicación…
Aroa llevaba unos dos años diciéndole periódicamente a Carlos “cásate conmigo”. Éste, ante semejante avasallamiento (sí, la palabra suena fatal pero existe, que lo hemos mirado) iba dando largas. Qué se le va a hacer, pobrecito, era su forma de pensar y eso no se cambia de un día para otro…


¡Pero aaaamigo! Quizá la forma de pensar, en el fondo, sí puede cambiar de un día para otro, y creemos que el hecho que haya un bebé en camino es una de esos acontecimientos que hacen cambiar la perspectiva con la que se ven las cosas. Dicen que cuando vas a morir te pasa por delante en unos segundos la vida que has tenido… quizás cuando vas a traer una nueva vida al mundo te pasa por delante la que VAS a tener. Es el momento de hacer cambios y tomar decisiones.
El caso es que Aroa, pensando en la mejor opción que podría haber a nivel familiar, se puso a recabar información sobre la situación legal actual en España. Carlos le preguntó si lo de “pareja de hecho” no sería lo mismo, pero Aroa le argumentó con pruebas que no, que el nivel de protección si pasa algo no es el mismo que si se está casado. Y si una cosa positiva tiene Carlos es que, pese a ser cabezota, puede cambiar su opinión si se le razona con lógica.
Y, efectivamente, Carlos cambió de opinión, y dijo algo esperado por Aroa desde hacía dos años, algo así como “de acuerdo, me casaré contigo”.
¡¡¡Y aquí estamos!!!
Sabemos que hubiera quedado más romántico no ser sinceros e inventarse por completo una historia más tradicional y hollywoodiense, ¿pero por qué esconderlo si pasó así? Hay gente que para según qué temas se deja llevar por el romanticismo y hay gente que se dejar llevar por la lógica, y en este caso se ha llegado al mismo fin a través de caminos diferentes.

Eso sí, la pobre Aroa ahora tiene un problema por delante, porque ya no podrá decirle a Carlos eso de “cásate conmigo”… ¡A ver qué se inventa! 


miércoles, 20 de agosto de 2014

PREPARACIÓN DE LA BODA

Y una vez decidido que habría boda, la cuestión clave: ¿cuándo?
Aroa tenía clarísimo que la quería antes del nacimiento del bebé, y por razones evidentes de movilidad no podía ser hacia el final del embarazo, por tanto miramos el calendario y vimos que el 6 de agosto sería una fecha ideal, ya que coincidiría con la fecha que empezamos la relación (y, para ser sinceros, esto era un alivio para Carlos, que solo tendría que acordarse de una fecha y así Aroa también se aseguraba de evitar futuras decepciones).
Lo que también quedó claro desde el principio fue que la boda sería por lo civil. Carlos, pese a respetar cualquier tipo de creencia, se negó a casarse por la Iglesia, así que nos acercamos a los juzgados, a dos pasos de casa, para valorar la posibilidad de casarnos allí, pero cuando vimos la sala de bodas… ¡Pero si hay tanatorios más alegres que esa sala! Así las cosas, nos dijimos “Ayuntamiento”. Y para allá que fuimos, a informarnos.


Decidimos que sí, que la boda sería en el ayuntamiento, porque además nos daban el guión de la ceremonia y podíamos añadir o modificar cosas, poner la música que quisiéramos… En suma, personalizar el acto. ¡Era genial! El primer paso hacia el sueño de una boda con toques frikis estaba dado.
Sin embargo, no todo podía ser tan bonito…
La fecha fue un problema. El mes de agosto era un hándicap, porque en ese mes se tiene la extraña costumbre de hacer una cosa llamada vacaciones, y en los ayuntamientos esto también pasa (ejem, podríamos extendernos al respecto, pero no es el momento ni el lugar…). Así las cosas, y tras días de espera para que tuvieran ya dispuestos los turnos de vacaciones (con el ataque de nervios que le sobrevino a Aroa y la lógica desesperación de los invitados, claro, porque querían planificar sus días de descanso y estaban pendientes de saber qué día tenían que venir a Igualada), acordamos que la boda fuera el día 26, el primer día después de la fiesta local.
Bueno, no era la fecha deseada inicialmente, ¡pero ya la teníamos! ¡Ya había día para el cambio de estado civil!

Y una vez resuelto el tema de la fecha, había que ir a resolver el otro gran tema de un día así: el restaurante…


martes, 19 de agosto de 2014

ELECCIÓN DEL RESTAURANTE, parte 1

Restaurantes, ¡qué grandes lugares! ¡Qué grandes recuerdos...!
¡Qué suplicio y dolor de cabeza encontrar uno adecuado…!
Una vez decidimos casarnos, antes incluso de saber la fecha definitiva, nos pusimos a buscar restaurante. Como la boda iba a ser algo “en petit comité” (familia directa y poco más… ¡Y ni siquiera, porque si había que invitar a toda la familia de Carlos, por muy directa que fuera, hubiéramos tenido un problema: más que una boda en el ayuntamiento habría parecido una okupación!), la idea era que la comida fuera algo parecido, así que pensamos hacerlo al lado de casa, que tenemos un restaurante con cuyos dueños nos llevamos de maravilla. Sin embargo…
Sin embargo, cuando lo comentamos con nuestros respectivos padres, estos pusieron cara de estupefacción y nos llamaron aparte, como en el cole. “¿Cómo decís? A ver, sin ánimo de menospreciar, pero una boda, por sencilla que sea, es una boda, y merece la pena celebrar la comida, por sencilla también que sea, en un lugar que no sea al que normalmente vais… ¡Así que ya estáis buscando otro sitio!”. Hasta Vito Corleone se hubiera asustado.
¿Y qué haces en una situación así? Pues lo normal: te cuadras impecablemente y saludas militarmente mientras gritas aquello de “¡señor, sí, señor!”.
Y reanudamos la búsqueda del lugar al que ir tras la boda…


El señor Google echó humo esos días, las webs con listas de restaurantes se sucedían una tras otra, veíamos platos uno tras otro, leíamos opiniones de todo tipo de la gente que había estado en los restaurantes que veíamos, los amigos nos decían en qué restaurantes habían estado y qué tal se comía en ellos… En resumen, estrés.

Y de esta manera, fuimos haciendo una pre-selección. Enviamos e-mails explicando la situación e interesándonos por los menús para grupos que tenían. Algunos respondieron, pero cuando les enviamos un segundo e-mail preguntando si en los menús se podían cambiar cosas (nada del otro mundo, un ingrediente por otro) no volvimos a tener noticias de ellos. Otros, directamente, jamás respondieron al primer e-mail. Suponemos que debían tener muchos comensales para el mes de agosto, porque si no es así no lo entendemos. ¿En época de crisis y no querían clientes, clientes nuevos a los que poder fidelizar para que vuelvan? En fin, allá ellos.


lunes, 18 de agosto de 2014

ELECCIÓN DEL RESTAURANTE, parte 2

Así las cosas, un soleado día de julio fuimos a dar una vuelta por el centro de Igualada. Nos apetecía comer fuera, y ante la decepción de los menús que estábamos viendo decidimos acercarnos al “Racó del Traginer”, que era uno de los pre-seleccionados, nos lo habían recomendado y queríamos ver qué tal estaba y como se comía.
 Mmmm…                                                     
Quedamos encantados, así que preguntamos por la dueña, Meri, y le expusimos el tema de la boda. Nos enseñó los menús que tenían para grupos, nos dijo que podíamos adaptarlos a lo que quisiéramos (siempre y cuando se pudiera, claro). Nos facilitó enormemente las cosas, y le dijimos que unos días después vendríamos con nuestros padres para que lo vieran.


La lista, pues, quedó reducida a dos: el “Racó” y otro en Ódena, “de cuyo nombre no quiero acordarme”, con el que Aroa había quedado para ir a ver el mismo día que venían nuestros padres.
Y llegó el día (el mismo que Godzillín pasó a llamarse Marc), y fuimos al “Racó”. Meri volvió a explicar lo que ya nos había dicho a nosotros, resolvió las dudas que surgieron e incluso nos ofreció la posibilidad de un cóctel de bienvenida con “entrada triunfal” de los novios y adaptándose a nuestro presupuesto. ¡Cóctel de bienvenida! ¡Entrada con música! ¡La gente histérica aplaudiendo a los novios!
Nos conquistó.
Y de allí, coche y para Ódena, aunque de haber sabido lo que pasaría podríamos habérnoslo ahorrado. Ojo, el lugar era ideal, una masía en medio del monte, donde todos lo podíamos pasar de fábula y las fotos podían ser geniales, pero…
Pero el director, con quien habíamos quedado, llegó una hora tarde, y no tenía ni idea de quién éramos ni a lo que íbamos. Cuando le explicamos lo que queríamos, nos empezó a poner pegas (“¿música para tan poca gente? Sería ridículo”, “El menú es el que es y no se puede cambiar”…). Lo más gracioso es cuando nos dijo que se quería especializar en bodas pequeñas, porque todos los restaurantes de la zona hacen bodas grandes… ¡Pues sigue así, criatura, que llegarás muy lejos, hasta Francia por lo menos! La idea era quedarnos a comer, para ver la calidad, pero nos faltó tiempo para volver a los coches y huir de allí montaña abajo.
Volvimos al “Racó”, a comer con el padre de Aroa (los de Carlos volvieron para su casa después del despropósito de Ódena), y si había alguna pequeña duda sobre el restaurante quedó resuelta del todo.



“El Racó del Traginer” era el elegido, y las veces que hemos ido a hablar con Meri después de escogerlo para comentar posibles cambios todo han sido facilidades y predisposición por su parte. ¡Y no comeremos en las botas de vino gigantes, eso lo dejamos para otra ocasión!


domingo, 17 de agosto de 2014

PRUEBA DE VESTUARIO

El 1 de agosto tuvo lugar la prueba de vestuario para los tres, Carlos, Ivan y Aroa.


Con Carlos no hubo ningún problema: está más que acostumbrado a ir con traje y la prueba salió bien sin ningún problema. Algún retoque y tira millas. En cinco minutos ya había terminado.
Con Ivan hubo más movida: no está acostumbrado a usar traje, y la combinación tampoco era la más habitual, con lo que se necesitó más tiempo. Además, estaba el hecho que para él es un suplicio el tema de los zapatos, con lo que se le permitió que usara bambas “de vestir”, no de las de jugar a fútbol. Finalmente, después de veinte interminables minutos, se dio con la combinación adecuada. Cuando lo vimos vestido creímos que era una combinación acorde a su edad… Pero unos días después cambió de opinión y dijo que iría de otra manera, así que ya veremos (en el momento de escribir esto) qué pasa el día de la boda (que ya lo habremos visto en el momento de leer esto…). Alea iacta est, como dijo aquel conocido romano hace más de veinte siglos.
Y Aroa…
Aroa ya se había probado el vestido, por supuesto (en el momento de la compra), pero había cosas que quería retocar, así que se puso manos a la obra… y una vez que terminó el trabajo aisló a Carlos para que no pudiera verla con el traje puesto para probárselo. ¡Hay que ver lo que son las tradiciones (o las supersticiones, que muchas veces es lo mismo; eso sí, mucha superstición pero los padres de él estaban de acuerdo en que no viera a la novia vestida de ídem)! El caso es que acabó entusiasmada, lo que era una demostración fehaciente de que la prueba había salido bien y los arreglos habían sido satisfactorios.

Resumiendo, que el tema vestuario quedó sentenciado (a falta de los habituales detalles de última hora) casi un mes antes de la boda. 


sábado, 16 de agosto de 2014

FIGURAS DEL PASTEL

Tienen que ser originales, que la gente las vea y diga “vale, sí, son de este par de frikis…”.
Lo teníamos claro desde el principio: las figuras del pastel tenían que ser originales (es decir, no las clásicas figuritas de los novios) y representativas, que la gente las viera y, tras sonreír (o flipar) y mover la cabeza, las identificaran como nuestras.
Una vez decidido esto, llegaba el momento clave: si no iban a ser figuras tradicionales, ¿cuáles?
La respuesta a la pregunta la tenían que dar nuestros respectivos gustos, o aficiones. ¿Qué le encanta a Aroa? “Lo que el viento se llevó”… ¿Figurita de Aroa? ¡Escarlata O’Hara! ¿Qué le encanta a Carlos? Michael Jackson o “Star Wars”… ¿Figurita de Carlos? ¡Para ambos casos un alienígena! Jejeje, no, se optó por una de Michael Jackson.
Ya teníamos escogidos los personajes, y eran dos personajes que la gente iba a identificar como aficiones nuestras.
Y ahora la siguiente gran pregunta: ¿cómo los conseguíamos?
Era evidente que no los íbamos a conseguir en las tiendas de preparativos de boda tradicionales, así que teníamos que buscarnos la vida. Si optábamos por conseguir las figuras respectivas de Escarlata y Michael nos iban a salir caras; si optábamos por recurrir a alguna empresa que las hiciera por encargo nos iban a salir más caras todavía.
¿Solución? Aroa optó por crearlas ella. Es decir, comprar una figura de novios normal y corriente y “tunearla”.
Así las cosas, fuimos a una tienda de regalos y cogimos una que cumpliera una serie de requisitos: que nos gustara la posición de los novios, que dicha posición permitiera a Aroa reconstruirlos y no fuera muy cara, básicamente porque si salía mal habría que comprar otra, y no era cuestión de arriesgarse gastando mucho dinero.
A continuación llegó el momento de escoger qué imagen queríamos para Escarlata y Michael, una imagen que fuera icónica. En el caso de Escarlata, se trataba de escoger entre los vestidos que aparecen en la película, y en el caso de Michael había que escoger entre los vestuarios de sus videoclips (los conciertos quedaron descartados, porque aunque espectacular, la ropa no es tan reconocible para alguien que no sea fan). Finalmente, Aroa eligió el traje que Escarlata utiliza en la Fiesta de los 12 Robles, mientras que Carlos se decantó por la ropa de Thriller, sin duda la ropa más reconocible de Michael.
Lo fácil ya estaba. A partir de aquí… Picar y romper lo que no gustaba, moldear arcilla para dar la forma necesaria a las figuras, pintarlas, dejarlas secar y barnizarlas. A continuación, ponerlas sobre una pequeña peana para que el conjunto fuera algo más grande (porque las figuras en sí eran pequeñitas)… ¡et voilà! ¡Ya está! ¡Figuras conseguidas!



(Nota: quien quiera más información que pregunte a Aroa… ¡que esto no es un blog sobre bricolaje o manualidades!).


viernes, 15 de agosto de 2014

SELECCIÓN MUSICAL

¡Madre mía, qué dolor de cabeza!
Cuando Meri, del “Racó del Traginer”, nos dijo que le lleváramos en un USB la música que queríamos que sonara en el convite tuvimos claro que teníamos una ardua tarea por delante, ¿pero tanto?


Horas, horas y más horas repasando una pequeña parte de la música que tenemos en casa, concretamente la que tenemos en formato mp3 y no hace falta convertir (si hubiéramos tenido que repasar toooodos los CDs que hay en casa aún estaríamos oyéndolos, con lo cual no habríamos terminado la selección musical y no hubiera habido baile… aunque, bien pensado, a lo mejor hubiéramos salido ganando).
“¿Qué te parece esta?” “Es una pedazo canción, pero no la veo yo sonando en una boda” “¿Y ésta otra?” “Bueno, a mí no me dice nada, pero si a ti te gusta, ponla”.
Diálogos así se repitieron unas cuantas veces, y a la decimocuarta ya cansa, para qué nos vamos a engañar, con lo que se va prestando menos atención y el criterio para seleccionar la canción va variando y los requisitos van disminuyendo.
Poco a poco, con mucha paciencia por nuestra parte, fue saliendo la selección: canciones discotequeras, pop, rock, lentas, pachanga… Sin embargo, una vez que dijimos “¡ya basta, hasta aquí, o la cabeza terminará explotando!” nos dimos cuenta de un, digamos, problemilla: más de doscientas canciones, o lo que es lo mismo, ¡bastante más de diez horas (o de once, o de doce…) de música!
“Sabemos que no va a sonar todo ni de coña, ¿volvemos a repasarlas y vamos eliminando?”. La sola posibilidad de pasar por esta situación nos cambió la cara, nos entraron unos curiosos mareos y vértigos y palidecimos. Evidentemente, se descartó y se dejó tal cual.

Así las cosas, cuando entregamos el USB a Meri y se lo comentamos, optamos por la solución más sencilla: que lo pusiera en reproducción aleatoria y sonara la canción que decidiera el señor ordenador, con lo cual no sabemos qué puede haber salido por los altavoces del restaurante…


jueves, 14 de agosto de 2014

AGRADECIMIENTOS:

Y a quién se lo agradecemos… pues a todos los que habéis estado ahí acompañándonos, ayudándonos y/o animándonos (e incluso consolando a Aroa en sus ataques de nervios). Y en especial a nuestros padres, que aparte de “ponernos firmes”, han estado prestándonos su apoyo incondicional en cada paso del camino y en cada decisión que hemos tomado. Muchas gracias Lulo, Julio, Tanti, Marta y Chichi, sin vosotros nada de esto habría sido posible.